¿Motivador de nuestra vida o simple automatismo?
Hacer un trabajo, cualquiera que éste sea, puede ser una tarea inspirada y divertida o un pesado lastre que contagia negativamente a los demás. No existen trabajos, ocupaciones o empleos de menor valor o menos importantes que otros cuando se hacen con honestidad, vocación de servicio y amor por lo que se realiza.
En un equipo de trabajo es tan importante el que se encarga de que un espacio esté limpio como el que toma las decisiones más influyentes. No es lo que hacemos sino cómo lo hacemos lo que realmente importa.
Los motivadores internos para nuestras labores juegan un papel fundamental. Si estamos incentivados sólo por el sueldo que recibimos o el prestigio que ganamos, es probable que el trabajo no nos haga sentir plenos y que tampoco regalemos felicidad con lo que hacemos. Es comprensible que sea complicado cambiarnos de trabajo u ocupación así como así, pero definitivamente podemos transformar lo que nos motiva.
Si lo que haces no te gusta, pregúntate qué te obliga y cómo podrías encontrar alguna inspiración para seguir haciéndolo pero desde otro frente: cambia los motivadores, pues además, por alguna razón estamos donde estamos haciendo lo que hacemos. Nada es casualidad. Si nos movemos de perspectiva tal vez encontremos que es mucho más enriquecedor y placentero observar cómo nuestra labor sirve a alguien y cómo de nuestro servicio y actitud se derivan muchos otros factores que, en cadena, contribuyen favorablemente a los demás, que sólo hacerlo en automatismo.
A veces una pequeña aportación de nuestra parte hace toda la diferencia y un cambio de visión puede convertir el peso que represente un trabajo en una verdadera motivación para hacer de éste un mundo mejor donde quiera que estemos y hagamos lo que hagamos. Estoy seguro de que echando un buen vistazo cada uno podemos encontrar algo mucho más trascendente de lo que creemos en el trabajo al que nos dedicamos.
Antonio Esquinca
No hay comentarios:
Publicar un comentario